jueves, 29 de mayo de 2014

PREMIO 2º ESO
Nora Rihawi 02ºA
Se apaga la luz y yo, asustada, decido esconderme tras el escritorio. Espero a ver si aparece alguien de la tenebrosa oscuridad. Espero varios minutos y nadie aparece así que decido  salir de mi escondite y asomarme por la puerta. Lenta y cautelosamente me acerco a ella. Cada segundo que pasa me parece eterno, me parece que alguien va a aparecer y me va a atacar. Me asomo a ambos lados de la puerta sin que nadie me pudiese ver y veo que tengo vía libre para avanzar por la casa y buscar la salida de esta.
Ya he pasado por dos puertas y me empiezo a sentir más tranquila. Incluso llego a pensar que las luces se fueron por la tormenta que hay fuera… Hasta que oigo un ruido. Y no es precisamente un ruido que se produce por el roce de dos objetos que caen por la fuerza de la gravedad, sino que eran ruidos de presencias de otros seres vivos en la casa.
 Para mi propia seguridad, decido esconderme en la siguiente habitación por la que pase. Sigo oyendo ruidos y me empiezo a asustar cada vez más. Entonces empiezo a notar la mirada de alguien sobre mí, pero decido no mirar por si acaso grito y descubren mi paradero.
Finalmente encuentro esa deseada habitación que sería mi salvación. Giro mi cabeza para ver cómo es la sala a la que me dirijo y veo una cara deforme. Parecía que le habían quemado la cara menos un ojo. No tenía nariz, sólo tenía un ojo y no se le veían los labios; pero, para mi disgusta, se le ven las encías. Siento que mi respiración se acelera y me cuesta tanto respirar que tengo esa necesidad de abrir la boca para poder respirar. Empieza a correr como si fuese un movimiento involuntario. Corro por ese pasillo lleno de muebles de madera rotos con la esperanza de que nadie me esté siguiendo, hasta que tropiezo con un trozo de madera roto. Escucho una voz masculina hablarme, mientras que unos brazos fuertes me sujetan de los hombros.

-          ¿Te creías que te saldrías con la tuya y que no te encontraría?

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