Nora Rihawi 02ºA
Se apaga la luz y yo, asustada, decido esconderme tras el
escritorio. Espero a ver si aparece alguien de la tenebrosa oscuridad. Espero
varios minutos y nadie aparece así que decido
salir de mi escondite y asomarme por la puerta. Lenta y cautelosamente
me acerco a ella. Cada segundo que pasa me parece eterno, me parece que alguien
va a aparecer y me va a atacar. Me asomo a ambos lados de la puerta sin que
nadie me pudiese ver y veo que tengo vía libre para avanzar por la casa y
buscar la salida de esta.
Ya he pasado por dos puertas y me empiezo a sentir más
tranquila. Incluso llego a pensar que las luces se fueron por la tormenta que
hay fuera… Hasta que oigo un ruido. Y no es precisamente un ruido que se
produce por el roce de dos objetos que caen por la fuerza de la gravedad, sino
que eran ruidos de presencias de otros seres vivos en la casa.
Para mi propia
seguridad, decido esconderme en la siguiente habitación por la que pase. Sigo
oyendo ruidos y me empiezo a asustar cada vez más. Entonces empiezo a notar la
mirada de alguien sobre mí, pero decido no mirar por si acaso grito y descubren
mi paradero.
Finalmente encuentro esa deseada habitación que sería mi
salvación. Giro mi cabeza para ver cómo es la sala a la que me dirijo y veo una
cara deforme. Parecía que le habían quemado la cara menos un ojo. No tenía
nariz, sólo tenía un ojo y no se le veían los labios; pero, para mi disgusta,
se le ven las encías. Siento que mi respiración se acelera y me cuesta tanto
respirar que tengo esa necesidad de abrir la boca para poder respirar. Empieza
a correr como si fuese un movimiento involuntario. Corro por ese pasillo lleno
de muebles de madera rotos con la esperanza de que nadie me esté siguiendo,
hasta que tropiezo con un trozo de madera roto. Escucho una voz masculina
hablarme, mientras que unos brazos fuertes me sujetan de los hombros.
-
¿Te creías que te saldrías con la tuya y que no
te encontraría?
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